Cuando mi madre me regaló esta pieza, acostumbrada ya a sus regalos hechos a mano, pensé: "¡Qué colores más bonitos! pero...¡Que poco van conmigo!". En ese momento no sabía cuán equivocada estaba. No sólo porque esos colores suben la guapura a cualquiera sino porque ..eran los colores de mi madre. Los que ella había escogido para mí, desde ella. Y... ¡¡ a quién no le sienta bien una madre!!
Todos tenemos nuestros propios colores pero, sabed una cosa, en todos ellos estamos nosotros, sólo hace falta tirar del hilo y encontrar una bonita historia.
Olga Rom, para Trossets de Cor.
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